Este especialista en robótica se había sometido a una serie de complejas y arriesgadas intervenciones quirúrgicas para reemplazar sus capacidades físicas por equivalentes artificiales para luchar contra una enfermedad neurodegenerativa. “¡No estoy muriéndome, estoy transformándome!”, aseguró en 2019.
El científico británico Peter Scott-Morgan, quien se convirtió en el primer cíborg del mundo debido a una enfermedad neurodegenerativa rara y mortal, falleció a los 64 años, informó su familia este miércoles.
“Peter ha fallecido en paz rodeado de su familia y de sus seres más queridos. Estaba increíblemente orgulloso de todos los que le apoyaron, y de su visión de cambiar la forma en que la gente ve la discapacidad”, reza una breve nota publicada en el perfil de Scott-Morgan en Twitter.
De acuerdo con el diario Daily Mail, la salud del británico había comenzado a deteriorarse a principio de año por la enfermedad de las neuronas motoras (MND, por sus siglas en inglés) que le habían diagnosticado en 2017. “Mis ojos han dejado de cerrarse, lo que hace que estén muy secos y que mi seguimiento ocular haya dejado de funcionar”, comentó en abril Scott-Morgan.
Con el propósito de prolongar su vida, este especialista en robótica se sometió a una serie de complejas y arriesgadas intervenciones quirúrgicas para reemplazar sus capacidades físicas por equivalentes artificiales. Diseñó un avatar realista para expresar sus emociones antes que los músculos de su rostro dejaran de funcionar. Esta representación gráfica le permitía mantener una conversación utilizando un lenguaje corporal basado en inteligencia artificial. “¡No estoy muriéndome, estoy transformándome!”, aseguró en 2019.
Además, tecnología de seguimiento ocular le permitía controlar varias computadoras solo con los ojos. Hablaba por medio de un sintetizador de voz, ya que había perdido el habla tras someterse a una laringectomía para evitar que la saliva entrara a los pulmones debido a su enfermedad. Un tubo en el estómago para la alimentación, un catéter en la vejiga y una bolsa de colostomía en el colon para retirar los desechos le ayudaban a conservar cierta independencia, al igual que la silla de ruedas de alta gama que le permitía mantenerse erguido, encontrarse en posición horizontal e incluso caminar.
Junto a su esposo Francis, Scott-Morgan creó una fundación empeñada en promocionar el uso de la inteligencia artificial, la robótica y otros sistemas de alta tecnología para transformar la vida de las personas “restringidas por edad, mala salud, discapacidad u otra condición física o mental”.